Me di cuenta de que soy el mundo entero de mi perro.
Este pensamiento me puso un poco triste.
Ace sale si elijo invitarlo. Pero me voy cuando quiera, con o sin mi perro.
Ace sabe y aprende lo que enseño. Su comportamiento depende de mí. Su energía depende de mí. Incluso su habilidad para hacer opciones depende de mí.
Ace come la comida que elijo comprar. Come cuando decido alimentarlo y, por lo tanto, su peso es manejado por mí. Obtiene cuidado de veterinario si decido pagar por ello, y él solo sale a caminar conmigo.
Ace sale de correa, va de excursión y nadan en mis términos. Él entra en su perrera cuando necesito un descanso.
Decido dónde duerme Ace, cuándo puede o no puede interactuar socialmente con otros perros y cuando jugar es o no es apropiado.
Decido qué comportamiento es “bueno” o “malo”, incluso si no hay consistencia.
Sí, él es solo un perro. Pero soy todo lo que tiene, y le gusto, sin importar cuánto o cuánto mide doy.
No olvides lo que tu perro hace por ti.
Amo a mi perro callejero. Ace es un buen chico.